domingo, 24 de mayo de 2015

Durante las ausencias

Hola hijo.

Desde la ciudad de Nueva York te escribo estas líneas. Tal vez lo recuerdes cuando leas esto, tal vez no. Nuevamente por cuestiones de trabajo tuve que dejar nuestro país y dejarte al cuidado de tu madre. Nos hemos visto poco debido a ciertas cosas que han pasado, y sin embargo, cuando nos vemos por videoconferencia me platicas un poco y luego te vas a ver la tele. ¿Qué puedo hacer? Esa es tu manera de ser, así eres y así te amo.

Sin embargo hijo, cuando uno se encuentra lejos de las personas que ama es importante el sentir que le importas a alguien, que te extrañan, que te aman. Yo se que tu no eres a veces demasiado expresivo, pero pues tengo que aceptarlo.

Te amo hijo. En estos momentos estoy hospedado a dos cuadras del emblemático edificio Empire State y mi pensamiento viaja hacia ti y tus hermanas.

Cuídense mucho.

Papá que te ama.

Mayo 2015
New York City

sábado, 2 de mayo de 2015

Tu y los perros



Hola hijo.

Hoy quiero platicarte como has evolucionado en tu situación gracias a los perros.

Tu madre y yo intentamos contigo muchísimas terapias. Que si la de libre de gluten, que si la de natación, que si la de los caballos, etc. Muchas de ellas no sirvieron más que para demostrarnos lo duro de tu carácter cuando algo no te gusta y otras nos sirvieron para verte crecer. En particular tengo un agradecimiento infinito hacia el Capitán Héctor López y su esposa Rosy por ayudarte con la terapia equina. Era un placer el verte montar al "Chihuahua". Recuerdo cuando le hiciste su canción a "Chihuahua". Íbamos montándolo tu y yo empezaste a cantarle:

Chihuahua
eres mi amigo
eres bien listo
eres bien guapo

Me dio mucha risa, pero al mismo tiempo me sentí orgulloso, porque estabas haciendo algo totalmente nuevo y diferente.

Al paso del tiempo, como muchas otras terapias, llegó el momento en que los caballos habían hecho bastante por ti, pero ya no se podía hacer más, por lo que dejamos de lado un tiempo el verte montar.

Desde enero has estado asistiendo a la llamada "Canoterapia", que consiste en terapia asistida por perros. En este caso hablamos de perror labradores. Particularmente has estado trabajando con Frida y Chino, aunque recientemente te cambiaron por Fernández y su hermana.

Paralelamente, aquí en la casa traje un perro callejero que me ganó el corazón y que se ha adaptado muy bien a nuestro entorno: Jack. Tu Ela me decía que por qué no le ponía un nombre más mexicano, como los nombres que tu tío Fito les ha puesto a sus perros (el ajo, la memela, etc.). A mi me gustó Jack porque es muy corto y firme al llamarle la atención. Luego, unos días después nos regalaron un perrito salchica a quien pusimos "Chuck Norris" a ver si con el nombrecito se hacía más machito.

Desde que viste a Chuck Norris lo has amado. Tus hermanas por el contrario se sienten más identificadas con Jack. Cada que lo ves lo abrazas y le dices "te voy a cuidar toda la vida". Me da mucho gusto verte así, porque veo como avanzas, como progresas.

Te amo, hijo. Tal vez cuando leas esto tus perros solo sean un recuerdo y yo también. Por eso quiero que lo sepas.

Tu papá que te ama.

Mayo 2015.

jueves, 30 de abril de 2015

Cada día que pasa

Hola hijo mío.

Siempre ando de un lado a otro, por eso me tardo mucho en escribirte una nueva carta. Justamente ayer me dijiste que por qué no te había escrito una carta, y te contesté que algún día leerías todas estas misivas dirigidas hacia ti.

Bueno hijo, muchas cosas han cambiado desde hace días. Finalmente la situación de tu madre y la mía se ha resuelto y ahora vamos por caminos diferentes, sin embargo siempre tendremos algo en común y son ustedes, nuestros hijos.

¿Sabes hijo? Cuando dos personas ya no se entienden es mejor seguir por caminos diferentes. A veces las personas se hacen más daño juntas que separadas, y eso no hace que se deje de querer a los hijos. Ustedes son lo más importante de nuestras vidas, y siempre estaremos con ustedes.

Por otro lado hijo, déjame decirte que cada día que pasa te veo diferente, has cambiado y madurado mucho. Aún hay ciertos comportamientos que persisten, pero vamos por buen camino. Como sabes has estado yendo a terapia con perros (canoterapia) y te veo muy bien. Tenemos nuestros perros, Jack y Chuck Norris y con ellos has avanzado bastante.

Te amo, hijo. Estoy sumamente orgulloso de ti.

Tu papá que te ama.

P.D. Feliz día del niño, hijo mío.

30 abril 2015.

viernes, 20 de febrero de 2015

Cuando sufrimos pérdidas

Hola hijo.

Ya se que casi es costumbre que cuando empiezo a escribirte estas cartas las inicie con la frase "sé que ha pasado mucho desde que escribí por última vez". La verdad hijo, espero que comprendas que llega un momento en la vida de las personas en que tenemos tantas cosas que queremos hacer que el tiempo no nos es suficiente para ello.

Mucho ha pasado desde la última carta que te escribí. La última carta tiene fecha de octubre del 2014. En esa fecha nunca pensé que fuera a pasar lo que pasó. El mes siguiente, noviembre, tu abuelo, tu "Elo" como tu le decías, se nos adelantó. Quisiera platicarte lo que sucedió para que lo entiendas. Fue un domingo, el 9 de agosto de 2014. Un día antes le hablé por teléfono a tu Elo para decirle que iría a visitarlo ese mismo día, pero por muchas causas ya no me fue posible ir. Pensaba (iluso de mí) que al día siguiente lo vería. Al día siguiente me llamó tu Ela para darme la noticia de que mi papá se nos había adelantado. Inmediatamente me fui a la casa de tu Elo para verlo con mis propios ojos. ¡No podía creerlo, hijo! ¡Si apenas un día antes lo había escuchado y habíamos bromeado por teléfono!

Efectivamente. Ahí estaba tu Elo, tendidito, como si estuviera dormido. La muerte de tu Elo fue muy rápida y sin dolor. Su corazón simplemente se detuvo. No quiero entrar en detalles de todo lo que sucedió después, solo quiero que sepas que yo en lo personal no estaba dispuesto a que lo vieras así, tendido, en su caja, sobre todo después de que la última vez que estuviste de frente a la muerte fue con Mely. Y sin embargo, al día siguiente, en la misa ahí estuviste, a mi lado mientras llevábamos su caja rumbo al altar para su funeral. Llorabas conmigo, lloramos juntos, preguntándonos que por qué se había ido. Tus lágrimas me taladraban el alma y créeme, yo mismo trataba de no llorar para ser fuerte para ti, pero no podía. Mi dolor, mi sufrimiento, mi pena no me permitían y tu me ayudabas con tus lágrimas inocentes a sacar la rabia por el hecho de que mi padre ya no estuviera conmigo. Tu, en tu inocencia, en tu ingenuidad, eras la fuerza que me permitía abrir la llave de mi dolor.

Desde ese día, no ha pasado un solo día en que tu no platiques con tu Elo. Le hablas y él te contesta. De todos nosotros, eres tu el que más cerca está de él. A veces quisiera estar en ti, y poder escucharlo, verlo, sentirlo, de la misma manera en que tu lo haces. Ojalá pudiera. El sentimiento de vacío es tan grande que no se si podré llenarlo o por lo menos dejarlo de lado. Te confieso que al principio, cuando te escuchaba hablarle y cómo te contestabas tu mismo con sus palabras, sentía tanto dolor por el recuerdo que me hacía a un lado. Hoy, cuando te escucho, no siento dolor, siento envidia hijo, porque quisiera ser yo el que lo escuchara, el que lo viera. Sí, lo sé. Sé que está aquí, con nosotros, pero por una vez quisiera verlo como lo ves tu. Te envidio, hijo mío. Envidio tu inocencia, tu candor, tu pureza.

Hoy, a casi cuatro meses de su partida, no se cómo lo habría soportado si no estuvieras conmigo y te escuchara hablar con él, o como cuando me dices que "Elo se hizo uno con la Fuerza".

Te amo, hijo. Gracias por tu fuerza.

Papá.

Febrero de 2015.